Prologue

sábado, 14 de julio de 2007

La necesidaad de expresión que tiene cada ser humano ha llegado hasta mí y me ha hecho sucumbir ante él.
Todos comprenderán que si uno no tiene nada más que hacer que leer libros que los demás consideran ultrasub-normales o hacer cosas que exytrañan a cualquiera, se debe catalizar ea energía, esa libido (como diría mi profesor de Filosofía) hacia un punto necesario y socialmente aceptado; claro, para no caer en la desgracia del rechazo.

Para ello, nada mejor que escribir un libro, en especial en este país, cuyos ciudadanos ni siquiera saben cómo se escribe hallulla (ayulla?, hayuya?, halluya?, Aleluya!) (maldita RAE), pero no cualquier libro, sino uno al cual todos puedan aportar.

En fin, para aceptara alguien no es necesario ni entenderlo ni aconsejarlo, sólo basta escucharm lo que dice y tratar de clasificarlo eb algún estereotipo (¡qué palabrota!). Aún así, nadie es capaz de procesr siquiera una mínima parte del conocimiento que le es entregado; por este motivo es que llegan a ller cosastan extravagantes (otra) como los anuncios de Google (a la izquierda).

En fin (¿otra vez?). Por último, si quiere aceptar que se le notifique en su fecha de muerte el día que va a morir (llega un día tarde) presione ALT + F4 al mismo tiempo.

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